Se trata de una técnica que permite fotografiar una zona extensa utilizando una sola fuente luminosa, como una lámpara sobrevoltada o un flash. El método consiste en dividir la superficie en varias secciones, cada una lo bastante pequeña para que pueda cubrirla una sola luz, y realizar seguidamente tantas exposiciones como sean necesarias para abarcar todas esas áreas.
Por ejemplo, con los métodos corrientes resulta muy difícil fotografiar un pasillo largo en unas oficinas. No puede utilizarse un flash potente en la misma posición de la cámara, ya que por la ley del inverso de los cuadrados, la luz decrece muy rápidamente, y el extremo más alejado del pasillo quedaría subexpuesto. El uso de una lámpara más potente no conseguirá ninguna mejora, sino que sobreexpondrá los primeros planos.
Una forma de realizar esa fotografía consiste en apagar todas las luces del pasillo. El fotógrafo debe montar la cámara sobre el trípode en un extremo del corredor, abrir el obturador y desplazarse casi hasta el otro extremo del pasillo. Entonces dispara un flash sobre la pared más alejada, estando el fotógrafo fuera del alcance de la cámara protegiendo con su cuerpo la unidad de flash de forma que su luz no incida sobre el objetivo. Luego debe retroceder 1,5 m, aproximadamente, girarse hacia la pared otra vez y disparar el flash de nuevo. Esta acción ha de repetirla hasta que llegue a la posición de la cámara, y entonces debe cerrar el obturador.
En muchos casos, este sistema proporciona una fotografía del pasillo con iluminación uniforme. Sin embargo, pueden plantearse algunos problemas secundarios. En teoría, el fotógrafo que sostiene la luz no aparecerá en las imágenes, ya que junto a la cámara no existe ninguna luz que ilumine su cuerpo; pero no siempre es así. Las paredes y el techo reflejan una cantidad apreciable de luz; esto es esencial para garantizar un resultado natural al unir las exposiciones sucesivas en un único efecto luminoso general que parezca correcto. Pero a causa de ello, a veces se obtiene un efecto misterioso (aparecen pies sin cuerpo en el suelo del pasillo o varias imágenes fantasmas del fotógrafo).
Resulta preferible hacer las fotos de esta clase manteniéndose el fotógrafo completamente fuera del área de la imagen. Si la fotografía puede hacerse cuando no hay nadie en el edificio, se dejan abiertas todas las puertas de los despachos situados a ambos lados del pasillo. Entonces basta disparar el flash desde cada una de las entradas, dirigido en diagonal al pasillo. Sobre la película parecerá que el corredor está iluminado por la luz que sale de los despachos. Para que todo parezca más natural, conviene cerrar el obturador momentáneamente después de cada exposición; seguidamente, se encienden todas las luces del techo del corredor y se realiza una exposición breve que las registrará en la imagen.
Puesto que cada porción de la fotografía se ilumina por separado, las diversas exposiciones se efectúan sobre áreas distintas del sensor o película, y no se superponen demasiado. Por tanto, la exposición correspondiente a una fotografía como la descrita será aproximadamente igual que para cada uno de los destellos del flash. Sin embargo, para conseguir uniformidad entre zonas iluminadas y oscuras, las exposiciones del flash deben efectuarse a distancias aproximadamente iguales de las paredes o zonas iluminadas.
La unidad de flash debe ser bastante potente, ya que estas fotografías han de realizarse con aberturas pequeñas que proporcionen la profundidad de campo necesaria.
La fotografía del pasillo es sólo un ejemplo de superficie adecuada para pintar con luz. Se plantea una situación ligeramente distinta cuando hay que iluminar uniformemente una sala grande y, sobre todo, ancha. Los Interiores de los restaurantes, de las fábricas y de las oficinas constituyen ejemplos típicos.
La iluminación de estas fotos es difícil incluso cuando se dispone de un equipo muy completo; el problema consiste en cubrir con luz toda la zona desde el exterior de la misma. Pocas veces es posible esconder las unidades de iluminación, y la luz ambiente no suele ser adecuada.
Además, puesto que estas fotografías deben realizarse casi siempre con gran angulares extremos, la dificultad es mayor, ya que requieren aberturas pequeñas, lo cual no permite utilizar la luz ambiente. La técnica de pintar con luz no sólo resuelve el problema de disimular las fuentes luminosas, sino que también permite compensar la disminución de la iluminación en los bordes del campo del gran angular. El método consiste en dividir la superficie de la imagen en secciones cuya anchura pueda ser cubierta por la unidad del flash. Es útil disponer de un ayudante junto a la cámara, para que descubra el objetivo a cada exposición; evitará que aparezcan imágenes fantasmas provocadas por la luz dispersa.
Para que la imagen no quede emborronada a causa de los movimientos de la cámara, no debe usarse el obturador, sino que se cubre el objetivo con un trozo de cartón negro, sin que entren en contacto. Se ajusta el obturador en la posición T o en la B, utilizando un disparador de cable, y las exposiciones se hacen retirando el cartón a un lado y colocándolo de nuevo. Al final de la secuencia, el cartón se coloca otra vez delante del objetivo, y entonces se cierra el obturador. Es posible realizar una de estas tomas manteniéndose la persona que sostiene la unidad luminosa en el área de la imagen, pero escondida detrás de objetos de la escena. El fotógrafo toma nota mentalmente de las posiciones que ocupará en cada exposición. Se da la señal al ayudante situado en la cámara para que descubra el objetivo cuando el fotógrafo esté dispuesto para efectuar cada destello.
Una vez que las superficies de las paredes han sido cubiertas, se realiza una exposición adicional con luz ambiental para determinar la situación de las sombras naturales. Puede efectuarse otra exposición con uno o varios destellos dirigidos al suelo. Asi aparecen altas luces en el suelo, que se registra muy brillante.
También puede realizarse otra exposición si el techo aparece en la fotografía; en este caso se dirigen uno o varios destellos desde la cámara al techo. Esta exposición es innecesaria si hay sistemas de iluminación en la escena; pero si existen dudas, conviene añadir la exposición del techo para conseguir un efecto natural, especialmente en las fotografías hechas con gran angular.
También es posible pintar con luz utilizando fuentes luminosas continuas. Este método suelen usarlo los otógrafos de prensa y de la policía para captar imágenes nocturnas de exteriores.
Resulta muy adecuada la utilización de un foco de luz concentrada, sostenido a mano y conectado al encendedor de cigarrillos del tablero del automóvil. Así proyecta un haz de luz estrecho muy intenso a gran distancia.
El procedimiento consiste en situarse en la posición de la cámara y ajustar el obturador en la posición T. Seguidamente, se dirige el foco hacia el sujeto desplazándolo hacia delante y atrás, dando una serie de pasadas superpuestas, como cuando se pinta una pared. Si se hace con cuidado, se obtiene una exposición bastante uniforme de una superficie mucho mayor que la que podría cubrir una fuente luminosa.
La determinación de la exposición es un poco difícil. Existen varias formas de resolver el problema. Una consiste en que un ayudante dirija la lámpara hacia el lugar adecuado del sujeto, mientras el fotógrafo se desplaza y mide la luz en esta zona con un fotómetro. Si se utiliza un fotómetro de haz estrecho, puede efectuarse la lectura desde la posición de la cámara, sin ayudante. Si se usa un fotómetro de luz incidente en la posición del sujeto, la luz debe dirigirse hacia él para obtener el dato correspondiente.
Otro sistema consiste en determinar un número guía para el foco efectuando exposiciones de prueba a diferentes distancias. De todos modos, el resultado será aproximado e incluso puede producirse un error total sí la luz pasa dos veces sobre la misma área durante la exposición. Esta técnica resulta válida cuando interesa disponer de cualquier clase de fotografía, antes que quedarse sin ella.
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