Thomas Struth (Geldern, 11 de octubre de 1954) es un fotógrafo y artista alemán. Su trabajo con fotografías de gran formato sobre museos, retratos, paisajes e interiores arquitectónicos conforman su obra más conocida.
Sus primeros trabajos fueron paisajes urbanos con ausencia de personas, así como escenas en la calle; en ellos se notaba la influencia de Bernd y Hilla Becher y sus recomendaciones de documentación sistemática de los espacios urbanos e industriales. Entre las ciudades que ha ido fotografiando a lo largo de su carrera se encuentran Nueva York, diversas ciudades de Inglaterra, París, Roma, Edimburgo y Tokio (1986). En 2003 fotografió, del mismo modo, diversas ciudades del Perú.
Bajo la posible influencia de August Sander se dedicó a la realización de retratos de familia en los años 1980, empleando al principio la técnica del blanco y negro y después el color y que muestran una relación con la psicología, pues formaron parte de un proyecto conjunto con su amigo el psicólogo Ingo Hartmann, en el que usaron como fuente fotos de las familias de los pacientes. Pero a partir de 1989 comenzó a fotografiar en el interior de los museos y ampliar las fotografías a un formato grande, por lo que establece una especie de paralelismo entre la representación pictórica y la fotográfica. Estas imágenes se convirtieron en su trabajo más conocido. Entre los museos fotografiados se encuentran el Instituto de Arte de Chicago, el Museo del Louvre, la Galería de la Academia de Venecia, el Panteón de Roma, el Museo del Hermitage y el Museo del Prado.
Otra serie la tituló "Fotos del paraíso" y consistía en realizar fotografías selváticas en lugares de Australia, Europa, China, Japón y América, entre 1998 y 2006. Después ha continuado haciendo fotografías de paisajes en un sentido amplio y de modo particular en lo que denomina "no_lugares" o espacios sin personas en los que busca cierta intemporalidad. Una de sus últimas series, comenzada en 2010, trata sobre los espacios de investigación de la ciencia y la industria: institutos de física, astilleros, plantas farmacéuticas o instalaciones nucleares.
Su primera exposición individual en Nueva York la realizó en 1978 cuando finalizaba su formación inicial con una beca de la Kunstakademie (Academia de Bellas Artes). En 1991 recibió el encargo de decorar un hospital en Winterthur con 37 camas: lo hizo colocando frente a cada cama un paisaje y tras ella fotografías de flores individuales, algunas de estas últimas parecen un homenaje al fotógrafo Karl Blossfeldt; este trabajo se publicó en un libro titulado Dandelion Room en 2001.
En 1992 participó en la Documenta IX. En 1997 recibió el premio Spectrum de la Fundación Niedersachsen. En 2007 fue el primer fotógrafo en exponer en el Museo del Prado.
VI Concurso CNIE La edad no nos define. La mirada, sí
La Fundación General de la Universidad de Salamanca, a través del CENIE, convoca la VI edición del Concurso de Fotografía en el marco del proyecto Nuevas Sociedades Longevas. Esta convocatoria apuesta por una visión renovada de la longevidad...
Fecha límite de presentación: Hasta el 30-11-2025.
Cuota de inscripción: Gratuita.
Temática del concurso. La edad no nos define. La mirada, sí. Categorías: Retratos con alma, Instantes sin edad.
Premios
Las imágenes premiadas invitan a los espectadores a mirar más allá del ciclo informativo y a conectar con historias, tanto destacadas como olvidadas, de todo el mundo. Revelan lucha y resistencia, pero también calidez humana y valentía...
Arnold Newman: "Puedo mostrar una parte fundamental del alma".
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Aunque realizaba todo tipo de fotografías, fueron los retratos los que le concedieron mayor relevancia. Una característica de sus retratos es el empleo de elementos u objetos que se relacionan con los intereses o la profesión del personaje fotografiado. "No soy capaz de retratar el alma, pero puedo enseñar una parte fundamental de ella", decía Newman.
Tanto el atardecer como el amanecer son momentos de magia; momentos preferidos por los fotógrafos que quieren captarla.
Los atardeceres nos muestran colores más intensos y cielos más luminosos; en cambio, los tonos de los amaneceres son más suaves, sutiles; y los cielos, más oscuros y misteriosos.